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BIENVENIDOS A TOD@S A ESTE BLOG, ESPERO QUE DISFRUTÉIS LEYENDO LAS ADAPTACIONES DE CRÓNICAS VAMPÍRICAS.

COMO SABÉIS LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN Y LAS HISTORIAS QUE ADAPTARÉ TENDRÁN EL NOMBRE DE LA AUTORA AL FINAL DE CADA HISTORIA


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25 abril 2014

Once Upon a Time Capitulo 04

Elena no pudo disimular su sorpresa. Se volvió a Damon. -No me... -Se detuvo justo a tiempo. Estuvo a punto de echarle en cara que no le hubiera creído y que hubiera ido a ver a su padre para ver si la pescaba en una mentira. A Elena le resultó vergonzosa la actitud de Damon. No obstante, los asuntos privados jamás debían discutirse frente a socios comerciales. Y estaba dispuesta a respetar ese principio, por irritada que estuviera.
-¿No qué? -preguntó Damon. Su sonrisa le indicó que sabía perfectamente lo que ella había querido preguntarle.
Elena asumió una expresión de serenidad, pero sus ojos denotaban mucha frialdad.
-¿No me dirá que ha estado demasiado cerca de sus padres, verdad? -preguntó a Damon por fin-. La enfermedad que tienen podría ser contagiosa -explicó a Dwyer.
-¿Podría serlo? -Damon apenas podía hablar de tanto que se reía.
Elena lo ignoró. Tenía los ojos fijos en su agente. -El hermano mayor de Damon visitó a sus padres hace varios días. Sólo se quedó allí durante una o dos horas y ahora él, tanto como su querida esposa, están enfermos también. Por supuesto que yo lo habría puesto sobre aviso, pero no estaba en casa. Había salido a cabalgar. Cuando volví, me enteré de que Jeremy había estado allí y que ya se había marchado.
Dwyer expresó su pesar por el mal que padecía la familia en esos momentos. Elena y Damon acompañaron al agente hacia la entrada. -Regresaré dentro de tres días, si le parece bien, princesa Elena, con los papeles listos para que usted los firme con sus iniciales.
Poco después Dwyer se marchó. Damon cerró la puerta detrás de él. Cuando se volvió, notó que Elena estaba a escasos treinta centímetros de él, furiosa, con ambas manos plantadas en las caderas.
-Me debe una disculpa -declaró.
-Sí.
-Cuando pienso cómo usted... ¿Es cierto?
Seguía furiosa. Damon sonrió. -Sí -admitió él-. No le creí cuando me dijo que mi padre y mi hermano estaban demasiado enfermos como para encargarse de usted.
 -Tuvo que comprobarlo por sus propios medios, ¿no?
Damon ignoró la ira de la muchacha.
-Admito que creí que todo esto era una mentira -le dijo-. Y pensé que podría traer a mi padre conmigo.
-¿Para qué?
Damon decidió ser totalmente honesto. -Para que me quitara la responsabilidad que ahora tengo hacia usted, Elena.
Elena trató de disimular sus sentimientos heridos. -Lamento que mi estancia en esta casa sea un contratiempo tan relevante para usted, señor.
Damon soltó un suspiro.
-No debe tomar esto como algo personal. Sucede que en estos momentos tengo asuntos de negocios muy importantes que resolver y no tengo tiempo para andar jugando al tutor.
Damon se dirigió a su mayordomo antes de que Elena pudiera decirle que sí estaba tomando las cosas como algo muy personal.

-Tyler, consígame algo para beber. Caliente, por favor. He pasado un frío tremendo hoy en el camino a caballo.
-Se lo merece -gruñó Elena-. Algún día su naturaleza suspicaz lo meterá en serios problemas.
Damon se agachó hasta que su rostro estuvo a muy pocos centímetros del de ella.
-Mi naturaleza suspicaz es la que me ha mantenido vivo, princesa.
Elena no entendió qué quiso decirle con esa frase. Pero no le agradó el modo en que estaba frunciendo el entrecejo, por lo que decidió que lo mejor era dejarlo en paz. Se volvió para dirigirse a las escaleras. Damon la siguió. Oyó que ella iba barbullando algo entre dientes, pero no pudo entenderle ni una sola palabra. De todas maneras, estaba demasiado distraído como para concentrarse en eso. Todo lo que le preocupaba en ese momento era no quedarse embobado con el sutil movimiento de sus caderas ni con lo cautivante y atractiva que le resultaba su espalda.
Elena escuchó un suspiro detrás de sí y advirtió que él la seguía. No se volvió para preguntarle:
 -¿También fue a casa de Jeremy para corroborar que él también está enfermo o la palabra de su padre le bastó?
-Fui a verlo.
Entonces sí se volvió para mirarlo cara a cara y fruncirle el entrecejo. Casi se lo llevó por delante. Como estaba un escalón más arriba que él, pudo mirarlo a los ojos sin necesidad de levantar la cabeza.
Advirtió qué bronceado estaba, cuán dura se veía su boca y cómo brillaba el verde de sus ojos con aquella increíble sonrisa.
Damon notó las sensuales pecas que le pintaban la nariz.
A Elena no le gustó el rumbo que habían tomado sus pensamientos. -Está cubierto de tierra, Damon, y probablemente, huele igual que su caballo. Creo que necesita un baño.
A Damon no le agradó ese tono de voz.
-Tiene que dejar de hablarme y mirarme con tanta altanería -le ordenó, con una voz tan tajante como la de ella-. Una pupila no debe tratar a su tutor de esa manera tan irrespetuosa.
Elena no tuvo una respuesta adecuada a mano para contestar esa verdad. Por el momento, Damon era su tutor y, probablemente, ella le debía respeto. Sin embargo, no quería admitirlo, porque él le había expresado claramente que no deseaba su presencia en esa casa.
-¿Su hermano se siente mejor?
-Está medio muerto -le respondió, pero con un tono de voz casi divertido.
-¿No quiere a Jeremy?
Damon se echó a reír.
-Por supuesto que quiero a mi hermano.
-¿Entonces por qué dice con tanta alegría que está medio muerto?
-Porque está realmente enfermo y no se ha puesto de acuerdo con mi padre en todo este plan.
Elena meneó la cabeza, se volvió y subió corriendo lo que le quedaba de las escaleras.
-¿Su esposa está mejor? -gritó por encima de su hombro.
-Está tan verde como Jeremy -respondió Damon-. Gracias a Dios, la pequeña hija de ambos se ha salvado. Ella y Alaric se quedaron en el campo.
-¿Quién es Alaric?
-El mayordomo, ahora niñera, de la familia-explicó Damon-. Jeremy y Bonnie se quedarán en Londres hasta que se repongan. Mi madre se siente mejor, pero mis hermanas todavía no toleran nada en el estómago. ¿No es raro, Elena, que usted no haya enfermado como ellos también?
Ella ni lo miró. Sabía que era responsable y detestaba tener que admitirlo. -En realidad, ahora que lo pienso, he estado un poco indispuesta en mi viaje a Inglaterra -señaló, restándole importancia.
Damon rió.
–Jeremy la llama La Plaga.
Ella se volvió para mirarlo.
 -No fue mi intención que todos enfermaran. ¿De verdad él me echa la culpa?
-Sí. -Damon mintió deliberadamente para molestarla.
Los hombros de Elena se hundieron.
-Y yo que tenía la esperanza de mudarme a casa de su hermano mañana.
-No puede.
-De modo que cree que tendrá que cargar conmigo ahora, ¿verdad?
Ella esperó la negativa de Damon. Un caballero, después de todo, habría tenido una respuesta galante, aunque no fuera cierta, sólo para ser cortés.
-Elena, tengo que cargar con usted.
Lo miró furiosa por la franqueza.
 -Podría resignarse y tratar de ser un poco más agradable, ¿no?
Elena recorrió a toda prisa el corredor y fue al estudio de Damon. El se apoyó contra el marco de la puerta y la observó mientras ella recogía los papeles que estaban sobre la mesa, junto a la chimenea.
-No estará ofendida porque no le creí lo de la enfermedad de mi familia, ¿verdad?
La princesa no le contestó. -¿Su padre habló con usted respecto de las circunstancias en las que me encuentro?
El temor de sus ojos lo sorprendió.
 -No estaba como para hablar demasiado esta noche.
Elena se relajó notablemente.
-Pero usted me hablará de ellas, ¿no?
Damon mantuvo la voz baja y serena, pero Elena seguía reaccionando como si él le hablara a gritos.
-Preferiría que se lo explique su padre.
-El no puede. Usted lo hará.
-Sí -aceptó ella, por fin-. Seré yo quien se lo diga. No deja pasar a Tyler -agregó, contenta por la interrupción.
-Princesa Elena, tiene visitas. Niklaus  Petrova, el conde de Hargrave, está esperando en el salón para hablar con usted.
-¿Qué quiere? -le preguntó Damon.
-Niklaus  es el hermano mayor de Katerina-explicó ella-. Esta mañana le envié un mensaje pidiéndole que viniera de visita.
Damon caminó hacia el escritorio y se apoyó contra este. -¿Sabe que desea interrogarlo en relación con su hermana?
Elena entregó sus papeles a Tyler, le pidió que tuviera la gentileza de llevarlos a su cuarto y luego se dirigió a Damon. -No le comenté exactamente el motivo de mi solicitud.
Salió a toda prisa del estudio para que Damon no tuviera oportunidad de reprocharle que se había valido de esas artimañas para conseguir sus propósitos. Ignoró las órdenes que le dio para que volviera y fue a su alcoba. Había confeccionado una lista de preguntas que quería formular a Niklaus  y no quería olvidarse de ninguna. La hoja de papel estaba sobre su mesa de noche. La dobló, sonrió a Tyler, quien estaba acomodando su ropa de cama y bajó a toda prisa.
Tyler quería anunciarla. Pero ella no se lo permitió. Niklaus  estaba de pie, en el salón.
Se volvió cuando Elena llegó al vestíbulo e hizo una profunda reverencia para recibirla.
-Realmente, le agradezco mucho que haya venido tan pronto -comenzó Elena, una vez cumplida su propia reverencia.
-En su nota mencionó que el asunto que quería discutir conmigo revestía gran importancia, princesa. ¿Nos hemos conocido antes? Estoy seguro de que, de haber sido así, ciertamente no lo habría olvidado.
Elena supuso que el hermano de Katerina trataba de ser galante, pero su sonrisa indicaba cierto desdén. El conde de Hargrave apenas le llevaría entre tres y cinco centímetros de estatura. Estaba tan rígido que parecía tener la ropa almidonada hasta las orejas. Elena no encontró ningún parecido físico entre el y su hermana a excepción del color de ojos. Eran del mismo tono azul. Pero Katerina había heredado las facciones más agradables de la familia. Tenía una nariz corta y recta. La de Niklaus  era larga, más bien aguileña y extremadamente angosta. A Elena le resultaba feo y, además, la alteraba su voz nasal.
Las apariencias, recordó, engañan. Rogaba para que Niklaus  tuviera una disposición tan dulce como la de su hermana. Parecía quisquilloso. Elena deseaba equivocarse.
-Por favor, siéntese. Quería hablarle de un tema que me concierne y le ruego indulgencia con algunas preguntas que deseo formularle.
Niklaus  asintió y se volvió para dirigirse al otro lado del salón. Aguardó a que Elena tomara asiento en el sillón y luego hizo lo propio en la silla adyacente. Cruzó una pierna sobre la otra y colocó las manos sobre una rodilla. La princesa advirtió que tenía las uñas demasiado largas para ser hombre y con una perfecta manicura.
-Jamás había estado en el interior de esta casa de ciudad -señaló Niklaus . Miró a su alrededor. Hubo sorna en su voz al agregar-. La ubicación es excelente, pero tengo entendido que la casa es alquilada.
-Sí, lo es -afirmó ella.
-Es terriblemente pequeña, ¿no? Creo que una princesa debe tener un ambiente mucho más apropiado.
Niklaus  era un presuntuoso. Elena trataba de no despreciarlo, pero sus comentarios le dificultaban los esfuerzos. Sin embargo, era el hermano de Katerina y lo necesitaba para localizar a su amiga.
-Soy muy feliz aquí -declaró ella, forzándose por esgrimir un tono amable-. Bien, señor, quería hablar con usted con referencia a su hermana.
A Niklaus  no le gustó el anuncio. Su sonrisa se desvaneció de inmediato. -Mi hermana no es un tema de conversación, princesa Elena.
-Espero hacerlo cambiar de parecer -contravino ella-. Conocí a Katerina el año pasado. Se quedó en el convento de la Sagrada Cruz cuando enfermó durante su viaje. ¿Por casualidad, ella no mencionó haberme conocido?
Niklaus  meneó la cabeza.
 -Mi hermana y yo rara vez hablábamos.
-¿De verdad? -Elena no pudo disimular su sorpresa.
Niklaus  soltó un exasperado suspiro, bastante exagerado, por cierto. -Katerina vivía con nuestra madre. Yo tengo mi propia casa -agregó con cierto tono jactancioso-. Por supuesto que ahora que se ha ido vaya Dios a saber adónde, mamá ha venido a vivir conmigo.
Empezó a tamborilear con los dedos sobre la rodilla con aparente impaciencia. 

-Le pido disculpas si este tema le resulta difícil de tratar, pero estoy preocupada por Katerina. No creo que haya sido capaz de huir para casarse
-No se preocupe -la contradijo él-. No vale la pena que nadie se preocupe por ella.
Hizo la cama...
-No entiendo su actitud necia. Katerina podría estar en dificultades.
-Y yo no entiendo su actitud, princesa -le dijo Niklaus -. No ha estado en Inglaterra el tiempo suficiente como para entender lo que puede hacer un escándalo en la posición social de una persona. Mi madre quedó prácticamente destruida por la insensatez de Katerina. Vaya, si por primera vez en quince años no fue invitada a la fiesta de Ashford. La humillación la tuvo en cama durante un mes. Mi hermana lo echó todo a perder. Es y siempre ha sido una tonta. Pudo haberse casado con el que se le antojara. Conozco al menos a tres caballeros con título que ella rechazó. Sólo pensaba en sí misma., por supuesto. Mientras mi madre se preocupaba y trataba de buscarle un buen partido, ella se escabullía por la puerta de atrás para encontrarse con su amante.
Elena luchó por contener sus nervios. -No puede saber eso con certeza -discutió-. En cuanto a lo del escándalo...
Pero no pudo terminar la frase. -Obviamente, a usted tampoco le interesa el escándalo -murmuró Niklaus -. Con razón se llevaba tan bien con mi hermana.
-¿Exactamente, qué es lo que quiere insinuar? -le preguntó ella.
-Está viviendo en la misma casa de un hombre libre -dijo-. Ya corren rumores.
Elena inspiró profundamente para mantener la calma.
 -¿Y cuáles son esos rumores?
-Algunos dicen que sir Damon Salvatore es su primo. Otros, que es su amante.
Elena dejó caer la lista sobre su falda y se puso de pie. -Su hermana me habló muy poco de usted y ahora entiendo por qué. Es un hombre despreciable, Niklaus  Petrova. Si no estuviera tan preocupada por lo que puede estar pasándole a Katerina, lo echaría de esta, casa en este mismo instante.
-Yo me encargaré de eso personalmente.
El anuncio de Damon se oyó desde la entrada. Estaba apoyado contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho. Parecía tranquilo, pero sus ojos... Oh, Dios, sus ojos lanzaban llamas. Elena nunca lo había visto tan enojado. Se estremeció.
Niklaus  pareció asombrado por la interrupción. Rápidamente se recuperó, descruzó torpemente las piernas y se puso de pie.
-De haber sabido el verdadero motivo por el que me citó, jamás habría venido, princesa Elena. Buenos días.
Elena no pudo quitar los ojos de Damon el tiempo suficiente como para responder a Niklaus . Tenía la sensación de que Damon estaba agazapado y dispuesto a atacar en cualquier momento
Y su sensación fue certera. Tyler mantuvo la puerta abierta para el visitante. Damon se desplazó para quedar junto al mayordomo. Su expresión no era auténtica, de modo que Niklaus  no tenía idea de que realmente Damon lo arrojaría literalmente a la calle.
Si Elena hubiera parpadeado una sola vez, se lo habría perdido. Niklaus  apenas pudo soltar un chillido de indignación parecido al de un cerdo. Damon lo tomó del cuello de la camisa y de la cintura de los pantalones, lo levantó en el aire y lo arrojó al exterior. Niklaus  aterrizó en el arroyo.
Elena se quedó boquiabierta. Recogió sus faldas y corrió hacia la puerta principal.
Tyler le permitió ver al conde de Hargrave tirado en la calle antes de cerrar la puerta.
 Se volvió bruscamente para enfrentar a Damon. -¿Y ahora qué voy a hacer? Dudo que quiera volver a esta casa después del modo en que usted lo arrojó de aquí.
-Ese hombre la insultó. Y yo no puedo permitirlo.

-Pero necesitaba que me respondiera unas cuantas preguntas. 

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